(Apoyada) contra el vértigo peninsular

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Una isla no es una definición.

Una isla es una superficie topológicamente determinada y preferiblemente pequeña. Mallorca es más isla que Australia por ejemplo, que es más continente, pero menos que los óvalos unipersonales y bidimensionales con palmera incluida de los tebeos.

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Una vez aclarada la idea de 'tamaño de isla' es conveniente indicar qué significa para sus habitantes, habitantes terrestres especialmente, el que en un momento no lejano el terreno se acabe por todas partes. Saltando, reptando, andando, en bici, en moto o coche no llega a salirse de ella nunca. Hay que tomar, por tanto, una decisión (de salir). Cada vez que se intenta dejar la isla los indecisos se quedarán en ella.

Los habitantes aéreos de la isla, sus aves, no tienen esa línea limitadora de su espacio de movimiento, aunque su necesidad de reposo en tierra los mantenga ligados a ella como por un largo cordel ligerísimo e invisible atado a una de sus patas. Sólo las aves migratorias emplean la superficie de la isla como una escala dentro de un territorio fluido. Los habitantes acuáticos no pueden más que considerarse habitantes de la isla por afinidad, nunca en sentido estricto.

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Una isla, con su reducido tamaño y su contorno limitador, es un contenedor semipermeable cuya epidermis ha transpirado y filtrado distintas sustancias y en distintas proporciones a lo largo de la historia. Por sustancias entiéndase ideas, pensamientos, religiones idiomas, bailes, cuentos, canciones, recetas... Entiéndase también personas, otros animales y cosas, componentes químicos más o menos naturales, como traídos por la brisa o por la marea. Sin embargo, esta relación transepidérmica puede considerarse anecdótica si se compara con las múltiples, y no por aisladas menos complejas, relaciones entre sustancias dentro de la propia isla, que por algo funciona como tal. ¿Todavía duda alguien que una isla tenga su propia esencia? Sólo por exterminio absoluto -la sal de Cartago, 17 jornadas de arado- podría destruirse dicha esencia. Y aún así la tierra seguiría devolviendo progresivamente parte de las sustancias que absorbió con el tiempo.

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Finalmente, en consecuencia de los 3 puntos ya expuestos, se enciende irremediablemente en la imaginería de las personas y, particularmente en la de los habitantes de una isla, la idea topológica, casi geométrica, de isla limitada por sus segmentos y sus ángulos, y componiendo la unidad gestáltica. Si el mundo no tiene fronteras, una isla sí. Y más visto desde dentro.

Epílogo

Mallorca, Cádiz, Vejer de la Fra, el Albaicín de Granada, Norman Island son islas. Hay barrios, volcanes, valles... e incluso relaciones, personas, momentos que también son islas. Habitamos más islas de las que imaginamos. Hay muchas más islas de las que nunca podríamos imaginar... sin entrar y pertenecer a ellas. A raíz de ‘Vértigo peninsulat’ de Pablo Cobollo.

Opinión: 
De momento, nada.
Texto
Castellano
17 de Mayo de 2018

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