
Estoy sola sobre esta roca desde que puedo recordar. Así lo escogí, como también elegí a mi amiga, el mar.
Duermo de día al son de su nana bajo la caricia del sol; con la oscuridad despierto. Y si se agita más de la cuenta, le regaño, igual que a los rayos y al viento.
Soy la luz de muchos más de los que pienso: de los que se acuerdan de mí cuando me necesitan, de los que buscan sombra, tranquilidad, inspiración, aprecio... Por los que no piensan en mí -¡tantas veces!- también me alegro; quiere decir que no molesto.
Soy robusta, erguida, silenciosa y discreta. Visible sin aspavientos. Con brillo dulce y periódico inspiro paz y sosiego. Lo sé por los gritos suplicando salvación y por suspiros cantando amores lentos.
Estoy sola aquí, sí, pero somos muchas... y por las noches nos vemos.
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