o anotaciones liségicas de turismofobia
Estoy sobrevolando una bahía. Es una bahía sin más en un mapa.
El concepto de bahía, un abrazo al mar. Podría ser la de Palma, pero también Cádiz, Marseille, Alger, Túnez…
Me siento frente a Nunca Jamás. Todo es virgen aunque exista un primitivo asentamiento humano. Respiro armonía: aire limpio, refrescante y nítido. Planeo, floto. Hay una plaza, un mercado, barcas de pesca y un barco más grande entrando a puerto y gente esperándolo. Huertas alrededor y casitas perdiéndose a ambos lados. Una abuela se agacha para recoger unos tomates que se han escapado de de un carro. Dos niñas chapotean en la orilla.
De repente un tornado me golpea bruscamente y me derriba en caída libre. Miro hacia arriba y encuentro un enorme pájaro de acero amenazante con una boca llena de afilados dientes y restos de carne entre ellos. Me miro y soy una sirena de Petra Pank. Choco dolorosamente con el agua. Estoy desnuda, con frío, nadando en un canal sin dejar de repartir patadas y puñetazos. Le parto literalmente la boca a varios jipis y al capitán Tupé antes de que vuelva a meterme mano. El agua está roja. Un montón de turistas se agolpan en ambas orillas y gritan, sacan fotos con sus móviles, envían mensajes, aplauden. Estoy en un infierno. Ardo. Los flashes me ciegan.
Alguien ha quitado el tapón de la bañera y me hundo hacia el desagüe dibujando espirales. Toco algo duro y frío. Me agarro a ello y empiezo a ascender. Dos punkis, un chico y una chica, me han echado una cadena y han tirado de ella hasta la orilla. Wiebke me hace el boca a boca y me pone un taparrabos. Un tipo en góndola pasa por delante, nos mira y se va triste, enfadado.
Los punkis sacan una cerveza. La bebemos sonriendo bajo un sol encendido… por encima de una cúpula transparente.
Anotación a los márgenes de un diario perdido acompañando a la inacabada fuga de una terrorista del turismo pasando por Mallorca, Berlin, Venezia..., cuya historia se publicó violenta e irregularmente en Facebook hace unos años. Las fugas en estampida también gozan de su lado lisérgico.
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