Textos

Anunciaron que el mundo se iba a acabar. El pánico poseyó a la población y esa noche se apagaron todas las luces para no ver el horror.

La segunda vez que se vieron, Geor iba a recoger un encargo, Gia estaba atendiendo en la librería. Se gustaron. Gia habló bajito, educado, comercialmente servicial.

Estoy sola sobre esta roca desde que puedo recordar. Así lo escogí, como también elegí a mi amiga, el mar.

“Abre bien los brazos” ponía en la fachada del edificio, una especie de tienda almacén con una gran ventana de escaparate por la que no parecía pasar apenas luz.

Empieza la gota fría y acabo de sumergirme en el agua de una pequeña playa de la bahía. El agua está oscura y transparente reflejando un cielo cubierto de alba.